Como parte de la labor de prevención que llevan a cabo las Siervas -de
la que ya hablé anteriormente-, el pasado viernes se celebró en Wasi Nazaret,
un taller de capacitación que giró en
torno a la Violencia y problemática de la
Municipalidad de Checacupe y las Comunidades, expresamente a la violencia
familiar, que aquí se da de una forma demasiado frecuente para quedarse
impasible ente ella.


Aunque ya había oído algo de lo que sucede en esta zona, me sorprendió
escuchar algunas cosas:
El alcoholismo es un problema muy grave y generalizado y afecta a los
dos sexos; esto (junto con otros factores), provoca situaciones como el
maltrato físico que tiene como víctimas dentro de la pareja tanto al hombre
como a la mujer y también a los hijos.
En esta zona no es habitual que
las parejas se casen, ellos se denominan a sí mismos convivientes. Esta situación da lugar a que, cuando la pareja se
separa (cosa que ocurre con muchísima frecuencia), la mayoría de los conflictos
que se producen, y que se encarga de apoyar Wasi Nazaret, a través del trabajo
de la abogada y la psicóloga, son de reconocimiento de paternidad, filiación, pensión
de alimentos y malos tratos. Los niños quedan en una situación de
desamparo y muchas veces son
abandonados. Algo curioso es que las mujeres cargan a la espalda a sus hijos
hasta que son bastante grandes, casi con tres años, pero una vez que los
sueltan no suelen preocuparse mucho de ellos. Desde esa edad pasan en la calle
mucho tiempo, jugando con otros niños o solos. Así que en este Taller se
comentó que muchos niños crecen muy faltos de cariño y de cuidados.
Una de las consecuencias que tiene esto en las niñas es un alto número
de embarazos precoces en adolescentes, pues tal vez intentan buscar en una
pareja el afecto del que carecen en casa…. Si es que tienen casa porque, algo
terrible que escuché fue que, debido al alto índice de separaciones, hay muchas
mujeres que conviven con otros hombres y éstos someten a las hijas de su pareja
a violaciones y la ignorancia hace, además,
que las madres acusen a sus propias hijas de ser ellas las culpables y
las echen de casa.
Relacionado con esto hay muchas madres solteras que deben hacer el rol
de padre y madre en situaciones económicas desesperadas, lo que muchas veces
les lleva a maltratar y a abandonar a sus hijos. El índice de abandonos es
sorprendentemente alto.
También se habló de la trata de personas que es moneda de cambio en las
zonas pobres. Desaparecen niños, o adolescentes, o incluso adultos sin que en
la mayoría de los casos se vuelva a saber nada de ellos. La familia no tiene
los recursos para que se produzca una investigación seria o simplemente, no
busca a la persona desaparecida ni siquiera denuncia su desaparición,
ocultándola siempre que es posible.

Desde nuestro punto de vista occidental de país europeo desarrollado
(por mucha “crisis” que tengamos), no es fácil escuchar todo esto pues vulnera
todos los derechos humanos que nosotros hemos ido conquistando. Aunque nuestra
sociedad dista mucho de ser perfecta, ahora que asisto a estas verdades tan
duras, yo personalmente me siento orgullosa y valoro el camino recorrido en el
campo de los derechos humanos y concretamente de la infancia,…aquí la mayoría
de los niños, como ya dije en otra ocasión, son los últimos en todos los
ámbitos de la familia y de la sociedad.
Hace unas semanas tuve la suerte
de acudir a una conferencia de un antropólogo que hablaba precisamente de los
rasgos culturales y antropológicos de la sociedad del sur andino. Algo que dijo
se me quedó marcado: que los niños que llegan a la adolescencia y a la edad
adulta son unos sobrevivientes y su origen es el sufrimiento (provocado por
situaciones como de las que se hablaron en el Taller de violencia), añadía que
con estas bases se va construyendo una caricatura de persona, un individuo endurecido,
sin valores, que trata de ocupar un lugar en la sociedad y que reproduce las
conductas que ha visto. El sobreviviente trata de escalar a cualquier precio y
a costa de lo que sea.
Viendo a los niños que ya conozco aquí, algunos de ellos perfectamente
enmarcados en las situaciones anteriores, pero apreciando la dulzura que hay en
ellos cuando perciben que alguien los trata con respeto y cariño, cuesta
trabajo pensar en todo lo anterior.
Cuando -hace ahora casi dos meses- inicié este viaje, sabía que no era
una huída ni una meta en sí mismo. Sabía que iniciaba una vivencia que me
llevaría al encuentro del ser humano con sus luces y sus sombras, sus grandezas
y sus miserias. No me equivocaba, aunque puedo asegurar que no es un viaje
fácil. Son muchos los peldaños que quedan aún por construir.
Dios!!! Es muy duro pensar que haya seres humanos que vengan a este mundo solo para sobrevivir y que se tenga que sufrir tanto. Con lo necesario que es el contacto con otro ser, ese abrazo, esa caricia, esa palabra amable....Yo me iría de voluntaria solo para repartir abrazos a los niños.Josefina, tesoro,un montón de ABRAZOS DE OSO y si eso ya los repartes tu por mí.
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