Ya estoy en Lima.
Primerísima etapa |
Despedida de Tupac Amaru II |
Ayer por la mañana salí de Checacupe. Un mototaxi me llevó al paradero
donde tomé un autobús como el que me había llevado allí la primera vez pero en esta
ocasión era de día. Además ya conocía el camino porque lo he hecho varias veces
durante este tiempo y no estaba dispuesta a ir “paradita” ya que dos horas de
pie en un bus de estos, con las curvas que hay, tal y como conducen por aquí y con la
cantidad de personas que se suben y van todo el camino en el pasillo, no era
forma de empezar mi viaje de regreso. Así es que subí en uno cuyo conductor
gritaba: ¡al fondo, al fondo hay muchos asientos! Muchos eran dos, pero lo
suficiente. En este tiempo he aprendido que no puedes ser educado y dejar que
suban antes que tú, nadie lo hace porque puede suponer la diferencia entre
hacer un viaje regular o uno pésimo. Eso sí, durante esos trayectos en los que
me tocó ir de pie he ejercitado mi equilibrio y mis rodillas y creo que,
después de este entrenamiento ahora sí estaría en condiciones de intentar
esquiar y hacer un buen slalom en Sierra Nevada.
Despegue del Cuzco |
La llegada a Cuzco a media mañana me permitió volver a disfrutar de esa
ciudad que tanto me ha gustado, paseando sola por ella como si fuera ya medio
cuzqueña. Y por la tarde María y Lourdes, me invitaron a una picantería, que es
un restaurante peruano, apartado de las rutas turísticas, donde pasamos una tarde-noche fenomenal,
arreglando el mundo y riendo.
Esta mañana bien temprano me fui para el aeropuerto. Desde mi asiento,
en la parte de atrás del taxi, no dejaba de observar esas calles que ya me eran
familiares y de las que me estaba despidiendo tal vez para siempre. Estos
últimos días han sido de despedidas y abrazos y siempre con la misma pregunta:
¿Cuándo vas a regresar? Mi respuesta casi siempre ha sido la misma: “Ahora os
toca a vosotros ir a verme a mí”, aunque yo sabía que, por muy difícil que yo
vea mi vuelta por estas montañas, más difícil es que quien me lo preguntaba
alguna vez tenga la ocasión de elevarse sobre este cielo andino y venir a
España.
Al elevarse mi avión sobre el cielo del Cuzco emprendí el ascenso que
me llevará de regreso a casa. Empecé a ver esas montañas que he transitado
durante estos casi tres meses, desde arriba, de forma muy distinta a como las
vi la primera vez.
Los Apus protectores que he admirado
todo este tiempo desde abajo como moles inmensas de roca, haciéndome sentir tan
pequeña e insignificante, ahora me despedían sin que mi posición elevada sobre
ellos me hiciera sentirme más grande que cuando los observaba días atrás.
Cuando llegué estas montañas me recibieron como si antes de poner mis
pies en esta tierra, ya supieran que eran protagonistas y objetivo de mi viaje, iniciado miles
de kilómetros atrás cerca nuestra sierra de Cazorla. Ahora me despedían, tan
majestuosas como entonces pero más comunicativas.
Me hablaban de las gentes que viven en ellas, de sus tristezas y
alegrías, de sus miserias y grandezas, de sus dificultades, de su cariño y amabilidad y, a
veces, de la apatía y abandono a su suerte, como a un sino inamovible escrito en las
estrellas de este cielo, donde la Vía láctea se hace más patente y marca ese
camino estelar, que también sus ancestros recorrieron con la mirada del hombre que sabe
que es pequeño pero al mismo tiempo es capaz de abarcar con sus ojos y con su
cerebro toda la inmensidad del firmamento.
Lagos |
La distancia entre Cuzco y Lima en avión es de una hora y media; hay
autobuses -para las personas que forzosamente tienen que ir a la capital del
Perú pero no cuentan con recursos para pagarse un pasaje aéreo-, que salvan
esta distancia en unas veinte horas de viaje.
Y también sabía que en cada uno de esos pueblos hay una pequeña
iglesia o una minúscula capilla donde rezan con fervor a un dios que le
trajeron los españoles y que ellos supieron integrar en sus creencias, dando lugar a veces a un sincretismo en el que reúnen todos los conceptos ancestrales con los
que les aportó el catolicismo, donde sienten una verdadera adoración por la
Virgen con su niño, que no es más que la perpetuación de su veneración a la
madre tierra y a la fecundidad, representada desde tiempos inmemoriales en una
figura femenina, más tosca que las Vírgenes de ahora, pero con significado muy similar.
Cauce del río |
En los cerros más bajos sí se apreciaban heridas como
raspaduras que indicaban que alguien había sembrado allí unas papas para
librarse de la hambruna de estos pueblos que no tienen casi nada. En una tierra
que da tan poco fruto, que deben dejarla descansar cinco o seis años para
volver a sembrar en ella. Pero en un país donde existen gentes muy ricas y ex-presidentes encarcelados por corrupción y por enriquecerse con lo que debería haber ayudado al pueblo a salir de la desolación y pobreza en la que se encuentra.
Las montañas empezaron a esconderse bajo un manto de nubes blancas |
Veía montañas peladas, sin vegetación alguna, y ahora sabía que eso
significa que las personas que viven en ellas no tienen ni leña para cocinar y
mucho menos para calentarse.
Una gran parte del recorrido, el cauce de un río jugueteaba entre las
montañas. Aunque el cauce era amplio, sólo un hilo de agua lo recorría, dándole
el aspecto de una vena como las que vemos en los dibujos del cuerpo humano
donde se aprecian los músculos y las venas recorriéndolos como torrentes de vida.
Qué curiosa me ha resultado esa asociación de imágenes, porque en realidad, el
agua es portadora de vida y precisamente, el cambio climático aquí está afectando enormemente
a la vida de estas personas pues, donde había nieves perpetuas, siempre había un
río caudaloso que se alimentaba de ellas y ahora los ríos se van quedando en un
reguero de agua que a veces no tiene ni sitio para alojar pescados ni fuerza
para arrastrar las basuras que van a parar a sus orillas.
Lima, acariciada por el Pacífico, pero gris e invernal |
Josefina, cariño, leo en ti una mezcla de....os quiero pero os dejo aliviada....
ResponderEliminarCreo que llegaste con una mochila llena de...."cuantas cosas tengo para dar", y te vienes con una mochila llena de...."no me caben las cosas que me han dado"....
Como siempre tu relato me ha emocionado. Besos y hasta muy prontito.
Ni el mejor escritor del mundo podría superarte en esta bonita descripción que haces del país que durante sesenta y cuatro días te acogió,veo alegría por el regreso y ver a los tuyos y recuerdos triste por los que quizás"seguro"no volverás haber,pero lo mas importante es que tu sueño se te ha hecho realidad y que te queda el recuerdo inolvidable de esas pobres gentes que con sus alegrías tristezas y miserias te han querido, y que perduraran en tu recuerdo como en el de ellos;no pasaremos por este mundo con la grandeza de haber hecho muchas cosas sino la alegría la paz y el amor que hemos dado y tu hay te as superado,bienvenida a casa,besos nos vemos. Marieta
ResponderEliminarEnhorabuena por tu sueño cumplido! Ahora llevas una ventaja muy saludable para escalar el peldaño con el que te enfrentas en el día a día.
ResponderEliminarBienvenida a tu tierra. Un abrazo!
Intenso y sincero se palpa el sentimiento que pones en las descripciones de todo lo que vas viviendo.Esa forma de comunicar, es la que llega más directamente a quien te lee. Los tuyos sé que te esperan con las mismas ganas que tú. Un abrazo.
ResponderEliminarQue cerquita estás ya de casa!!!!. Ahora vuelves a la realidad de nuestro cada día, pero con un bagaje del que vas a poder echar mano cada vez que lo necesites, tienes una maleta llena de recursos para que no se te haga cuesta arriba nada nada, ya sabes que no todo el mundo puede contar con todo eso que tú te traes de allí, pero estoy segura que lo sabrás compartir con todos los que lo necesiten, pues eres capaz de eso y mucho más. Seño me tenías enganchada durante todo el curso, pero ahora te tengo en un pedestal, ¿sabes qué? Que cuando sea mayor quiero tener sólo un poco de la sabiduría que tú tienes. Un abrazo!!!!
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